viernes, 30 de marzo de 2012

Camino Aysén- Coyahique

Desde hace muchos años como buena aysenina me veo obligada a transitarlo y siempre me sorprende, es más es el camino que ha marcado mi vida.
Lo conocí camino de tierra, que pasaba por una hermosa cascada, uno se detenía bajo el Queque Inglés a tomar algo, reponer fuerzas para seguir y empezaban esos grandes troncos negros sembrados a la vera del camino en unas pampas escualidas fieles testigo del paso del fuego y de la tenacidad de los primeros colonos.
De mi primer viaje por los años 64 no recuerdo mucho, en Aysén vendían muñecas lindas en una tienda y de Coyahique, era una cría a la que le llamaron la atención las bombachas y preguntaba de donde salia esa vestimenta tan extraña con que la gente andaba vestida (bombachas, pierneras y boinas).
Un pueblo cuesta arriba y abajo entre montañas, una casa con cosas muy extrañas traidas de Alemania donde no eran alemanes y las historias de las primeras clases en Coyaique en la pizarra de una botillería y todo lejos, lejos, muy lejos.
Llegar allá significaba 12 hrs en alguno de los barquitos de la Empresa Marítima del Estado ya fuera Calbuco, Capitán Alcazar, Rio Baker o el Quellón, el que estaba de turno en la Ruta Cordillera sí era recibido el barco y si no esperar el tramite y desembarcar.
Desembarcar en Chacabuco, tomar el bus, siempre en caminos de tierra donde no era extraño bajarse a empujar la micro para llegar a Puerto Aysén, cruzar el rio en balsa y ver el agua entre les tablones para llegar a la capital y para Coyaique, el otro pueblo con cara de ciudad, otro tanto. Para el sur era leyenda.
Ya el 73 siendo una lola, me toco seguido volver a recorrerlo, con el cambio de la capital mi padre tuvo que trasladarse y empezó a cambiar, se desplazo el polo, del mar al interior y cambio el enfasis en el desarrollo.
Seguía haciendo el viaje en los mismos barcos con innovaciones que sólo representaban utilidades mayores a la empresa, se incorporaron butacas y asientos de plástico,se aumento el número de pasajeros y su asinamiento en verano, se aumento la frecuencia, año corrido una vez por semana pero nunca faltaba el mate y el truco. Cuando tenía suerte lo hacia directo de la isla a Aysén, en un día, entrando por el estuario río arriba.
 Disfrute en esos años de un privilegio extraordinario, navegar los canales al lado del Capitán de la Divina Wensel Novi, otro gringo chiflado por Aysén, conocedor de cuanto recoveco hay en la región y de muchos más, todos viejos lobos de mar. Compartiamos la alegría del viaje y de la compañia, el tesoro de los ayseninos.
El tramo Chacabuco -Aysén tenía buses, de los Stange, en Aysén había donde parar*si se llegaba después de la partida del bus y arriba, a Coyahique.
No me preguntes por algún recuerdo de Chacabuco, los viajes eran tan pesados a pesar de la juventud que sólo querías llegar, tenias que seguir y después de los canales era feo ese tramo.
Después de la parada en Aysén, ya se cruzaba el puente, seguían esos valles mallinosos, seguidos de los verdes para llegar a los cordilleranos, todos con su belleza y vida propia, algunas casa y restos del gran incendio con esos grandes troncos negros, algunos convertidos en cercos de palo partido, todo muy desolado como esperando por vida nueva. Tomaban cuerpo las pampas a la orilla del camino. Era triste esa pasada ya que contrastaba con otras donde el verde intenso y los grandes coigües te decían, así era antes.
Esta fue la primera llamada de atención que nos hizo la tierra con el uso del fuego y sus consecuencias.
Hoy casi no quedan troncos viejos, algunos restos por Mañiguales, el resto se ha vuelto un lindo bosque de coigües nuevos todos creciendo parejitos que se encaraman por las rocas pero que nos muestra la obra humana y el tiempo que se demora la tierra en recuperarse. Para los que hemos visto este cambio sobran las ecologías e ideas; tenemos frente a nuestros ojos la fragilidad de nuestra tierra, la vulnerabilidad de nuestros bosques y la necesidad de mantenerlos si queremos que nuestros hijos los conozcan. Así de simple
El tiempo corre en su contra, y su explotación, dinero que paso como ellos, dejo un rastro de pobreza pues la gente que hizo ese trabajo hoy esta condenada a la indigencia pues gasto su vida y energía a construir algo que esta siendo presa del olvido: LA POBLACIÓN DE AYSEN
Pocos han conservado la tierra que se tranza hoy en la plaza de Coyahique y, si salimos de la promesa de los campos que se muestran del camino aún es mayor el contraste.
Su gente se habitúo al trabajo duro, al rigor de la naturaleza y a una vida precaria donde "parar la olla" era lo primordial y donde la madre tierra proveía el alimento necesario. No había casa sin huerta, gallinas y gansos. Hoy los pueblos le exigen más y más a sus pobladores y su trabajo vale cada día menos, lo que fue su fuerza es su debilidad, se quedaron sin "educación", no acumularon nada, si había tanto y los afuerinos osea el cambio del mundo los esta matando de viejos y de soledad. Algunos ya no tienen con quien tomar mate, todos van corriendo, y los hijos que salen no vuelven.
Esperemos que nuestra gente tenga las mismas oportunidades de los coigües y los patagones podamos crecer tranquilos a nuestro ritmo, que para nuestros hijos la tierra vuelva a ser su casa y la naturaleza restablezca los equilibrios ya que de la codicia humana poco se puede esperar.

miércoles, 14 de marzo de 2012

AYSÉN

Ayer soñé y fue tan cruel el sueño que me estremeció al punto de querer espantarlo al compartirlo.
Volvía a casa y para ello pasaba por lo que quedaba de mi hacienda, dos borregas paridas pasadas de agua a las que estrujaba las crías para secarlas un poco. Estaban encerradas y se conservaban porque eran usadas para tirar de algo ( ya le digo, era un sueño )
Si lo veo como empresario, deje 6 ovejas a media, con comida y cuidados, y encuentro 2 borregas paridas (hijas de las ovejas) y me miran con cara fea porque las retiro para llevármelas al campo.
Así son las crianzas en Aysen.
Me vine hace 9 años con una oferta de trabajo, el dueño del campo sólo querían que no le robaran.
No le he robado ni un centavo, le he cuidado sus animales como nadie lo habría hecho pero no he podido vencer al tiempo y los he visto morir o han muerto en mis brazos sin poder evitarlo.
Los que he comprado los he encontrado muertos y los terneros simplemente han desaparecido, sólo han sobrevivido 2 hembras que han reemplazado a la que encontré a mi llegada hijas de la Muñeca.
Nunca cumplió con la paga, yo me quede con lo que dijo la patrona: "si quieres quedarte puedes hacerlo pero yo no tengo con que pagarte" y me quedé.
La patrona es mi madre y esta tierra mi hogar y puedo decir que mi hacienda es la esperanza de que las borregas de mi sueño sean algún día el sueño de alguno de mis hijos.
Esto es Aysén