viernes, 2 de marzo de 2018

Calidad turística, una utopía en Aysén sin un cambio de actitud

Si no paga bien que vaya a otra parte, parece ser la la actitud que predomina entre los participantes en la actividad turística de mi región más allá de las palabras de buena crianza que se acostumbran. Estamos perdiendo nuestra cultura de hospitalidad en aras de un negocio que se ve ventajoso por la necesidad de quienes nos visitan en la inmediatez, se quieren resultados rápidos como con la pesca y se mata la semilla. Cuando miro y converso con los mochileros no puedo dejar de admirarlos por su valentía y coraje de emprender un viaje en la forma típica nuestra "Pa´delante y por el camino se arregla la carga" desconociendo las vías de comunicación, los servicios de locomoción, los tiempos y condiciones de viaje y la infraestructura disponible. Finalmente el viaje resulta ser algo muy parecido a un viaje iniciático donde los humanos son bien venidos al planeta tierra y por tanto una experiencia de vida para algunos y para otros un viaje al infierno que quisieran no volver a repetir. Nos ufanamos de una naturaleza prístina, donde los paisajes son maravillosos y nos creemos aquello de un destino de clase mundial, pero miremos un poco la realidad con objetividad. Parada en Puerto Cisnes, a orillas del canal Puyuhuapi,en la zona Norte, localidad con una existencia oficial de 64 años en que su canal se encuentra colapsado por la actividad acuícola, sus playas limpiadas continuamente de restos de basura humana, latas, cordeles, papeles, en el que se perdieron buena parte de sus aves y su bosque retrocede año a año en las cocinas y combustiones del pueblo, con un servicio de locomoción precario y aventurero que nos obliga a ver a cientos de pasajeros tratados como ganado cada vez que quieren entrar o salir de la región los que no entienden nada, y que se ufana de ser la perla del litoral. Hace unos años me vi obligada a viajar a España por razones familiares, hice el Camino De Santiago de Compostela que fue lo más parecido a lo que ofrecemos y si bien compartimos muchos de los defectos por cultura en todo el trayecto encontramos techo, cocina y baño disponible, todo funcional y sin lujos pero que nos daba un trato digno. Cuando veo a chicos haciendo sus carpas bajo el primer alero que encuentran, cuando hay que mandarlos al baño de urgencias del hospital, cuando los veo angustiados esperando una barcaza que tenia hora de recalada a las 21:00 hrs y los encuentro al día siguiente esperándola, siento impotencia y frustración, es más vergüenza. Cuando me quejo, me dicen si son mochileros, como si ser joven, no tener o tener poco dinero fuera un pecado, si ellos son los futuros patagones o clientes de mis hijos a futuro, y con su viaje demuestran su coraje. Es más asi llegamos todos.