Cuando tenía menos edad pensaba que la pobreza y la ignorancia eran hermanas y que combatiéndolas navegaríamos tranquilos por el mar de la vida. Cuan equivocada estaba.
Al contrario, con más riqueza y conocimiento nuestro tiempo a perdido toda tranquilidad y es lo mejor que nos esta pasando con los cambios tan acelerados de los tiempos actuales.
Cuando era niña mi padre me enseño a llevar estadísticas controlando la postura de huevos, proyectando sus datos y sin querer me enseño su exacto valor pues teníamos muy pocas gallinas así que si comparábamos el promedio con cualquiera gallina el resultado era distinto, así que aprendí a fuego a ver que los números sólo pueden indicar tendencia, pero nunca darnos un conocimiento cabal de nada.
Sin embargo toda mi herencia cultural racional estaba firmemente arraigada en una mezcla heterogénea de metafísica aristotélica, fe cristiana y practica cartesiana. Qué locura y esperar cordura?
Y por el otro lado la herencia de las hijas de la tierra, de este y del otro lado del charco, de esas que miraban a la tierra como ese animal sagrado que las mantiene, al que hay que respetarle sus ciclos, sus humores y sus cambio vigilandolo atentamente para actuar con tino y obtener sus favores. He llegado a pensar que los agricultores y campesinos son tan dados a quejarse simplemente para conjurar a la diosa tierra y no suscitar sus malos humores y evitar perdidas ya que están a su merced. Las enseñanzas de mi madre iban en orden a que las gallinas comieran, estuvieran secas, les cerrara el gallinero en la noche y atendiera que las inquietaba.
Y todo esto empezó frente a todos los cambios sociales que se están presentando, al desarrollo de la riqueza y la pobreza, a las ilusiones que nos hemos forjado y sobre todo a las desilusiones inevitables, porque todo esta en definitiva como en una bandeja de huevos.
Ella puede representar todos los bienes y recursos, sin embargo el orden no se altera, cada uno en su casillero y los políticos no harán más que intercambiarlos dando la impresión de cambio que en definitiva no es más que un cambio de casillero.
Cada huevo es una posibilidad, tan incierta como real de ser tanto y nada a la vez, pero ciertamente comida para la muerte como todo en nuestra vida.
A estas alturas creo que sólo el cambio es lo permanente y la polaridad nuestra forma de aprendizaje, y
sí sólo fuéramos capaces de saber que queremos en esta vida y nos aplicamos a ello,estoy segura que lo obtendríamos porque dejaríamos de perder tanto tiempo luchando con tanto fantasma que tiene realidad porque los miedos lo alimentan y la fantasía lo desarrolla.
Creo que ire a comprarle un par de gallinas a mis nietos.
sábado, 5 de mayo de 2012
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