Enseña Osho que nuestra visión de Dios depende de nuestro desarrollo sensorial en nuestra percepción. Todos aquellos que señalamos con el dedo tenemos muy desarrollada la visión y nuestra percepción es a través de la belleza, por ello se ornamentan tanto los templos como una ofrenda.
Así la naturaleza nos presenta lugares donde uno no puede ser indiferente a la belleza, nos llenan de paz y de una alegría sobria que nos invitan a saborear la vida en el silencio.
No importa en que creas, como te expreses ni de donde vengas, basta que las nubes se corran según sea por suerte o por voluntad de la naturaleza y te sentirás parte de la maravilla de lo viviente.
Todo aquello que llevas contigo aumenta, como si lo pusieras bajo una lupa, es por ello que inspire tanto respeto este lugar.
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