viernes, 27 de mayo de 2011

Fragilidad Ecológica Vegetal I






Entre 1938 y 1946 vivio en este lugar Bruno Rösner quien nos dejo un relato de su estancia y el esfuerzo que hizo para hacer de este lugar un "campo productivo" donde se cortaron los arboles, las quilas, se espero a que se secara todo y se quemo para sembrar pasto y así poder mantener una masa ganadera que permitiera sobrevivir. En dos temporadas cuadrillas traídas desde Chiloé se dieron a la tarea con lo que se logró hacer la parte que llamaremos campo viejo.
Entré 1964 y 1965 pise por primera ves la Magdalena y me encontré con lo que fue una montaña de chilcos y renobales de estos que dan esta flor amarilla y que me los han llamado con varios nombres y en definitiva no se cual es. Me sobrepasaban, tenía 9 años y el campo estaba lleno de senderos, algunas de las pampas que despeje y adquirí el mal habito de andar encorvada dando la altura de las vacas, a usar machete y conocer todos los rincones donde se escondían y ha descubrir y amar este territorio, con sus alegrías, básicamente las visitas, el buen tiempo y los nacimientos de los terneros, gansos y los pollos. Tuve dos años en este tramite.
Mi socialización se hizo principalmente con el contacto de este monte y los vacunos por lo que quede un poco "bagual"(se dice de las vacas que se ponen salvajes) y aprendí las reglas por las que se rige la naturaleza sin ningún guía, literatura española que nos leía en voz alta mi padre para acortar el invierno, lanas y palillos para combatir la ociosidad y la "Base Primaria" libro de texto de 4º y 5º para profesores que fue mi escuela.
La falta de pasto no fue problema para esos vacunos originales, el renoval y chilco les proporcionaron buenos talajes, sobrevivian las crias y daban leche. La quila estaba recíen brotando así que no incidía mayormente en su alimentación.
El florecimiento de la quila por el 63, hizo que conociera los quilantales secos y que se diera luego la oportunidad de quemarla ahorrándose el roce, y plantar pasto con la finalidad de tener talaje para el ganado vacuno. A esta parte la llamaremos el campo de las quemas que pasara a formar parte del campo nuevo. Esto lo comprende dos faldeos completos, que fueron sembrados con pasto ovillo y festuca.
Al rededor de la casa mi padre rozó deschampando todo el renoval y chilco.
En esos dos años se consumieron los ahorros de mis padres, no tenía ninguna habilidad en las tareas del campo y tampoco para los negocios, las diferencias de opinión con los curas y doña Eugenía y con sus ideas políticas se cerró cualquier opción de trabajo por lo que tuvo que emigrar.
El campo quedo con ganado y la naturaleza continuo su trabajo.
Luego de 6 años volví, el quilantal me llegaba a la cintura por donde los animales transitaban, el renoval y los chilcos no estaban solos, crecían arrayanes, tepas, canelos, lumas, se mantenían los caminos (sendas de vacas), y no note grandes cambios.
Cuando en 1975 me quede en el campo después de 10 años y tuve el tiempo de recorrerlo palmo a palmo, note cuanto habían crecido los arboles nativos.
Tuve una fe ciega en la vida y en su fuerza renovadora. (Ahora veo que era mi vida que estaba llena de optimismo y juventud al igual que ese bosque que crecía confiado).
Las tepas jovenes sobresalían sobre chilcos y renovales, los arrayanes se extendían hacia los costados y crecían, las lumas asomaban con sus cogollos rosa y los canelos con sus tonos plateados al menor viento. Las variedades de verde estaban cambiando. Habían manos acostumbradas al trabajo de campo, se rozaba y se aprovechaban los palos para leña y se seguía con el sueño ganadero.
Grande era la dificultad para encontrar "madera"y la leña quedaba lejos "Tepú", dos conceptos que aprendí a cabalidad y que son propios de la zona.
MADERA es un árbol maduro joven de ciprés, mañio, ciruelillo,tepa que se usaba para construcción. El ciprés soquetes, tejuelas y tablas para embarcaciones; mañio para interiores, ciruelillo para los muebles y la tepa para lo demás siempre que estuviera bajo techo o sobre los soquetes, coigues y tenios se salvaban.
Leña era Tepú, el resto porquería; y lo demás era "PALO PARA",un concepto previo que había aprendido de niña cuando las motosierras eran un lujo: árbol que se volteaba a hacha con un fin especifico elegido individualmente y luego se hace con moto"(viga, tejuela, estacón, mango de herramienta, roda, leña, etc).
El campo era malo, no tenía madera y leña había en todas partes, era cosa de amarrarse con marea alta a cualquier palo y cortar tepú o recorrer los alrededores de Cisnes cortar y recoger.
Junte los animales que mi padre había comprado, los lleve al campo, le di mis indicaciones y como me desprecio en todos mis consejos, tomé mis pilchas y busque mi camino.(El viejo no estaba dispuesto a que una mujer se metiera en sus cosas y le dijera que hacer y madre no me quería en el).
Más allá de donde transitaban los animales la quila me sobrepasaba.
Volví en vacaciones el 77 con mi hija mayor en brazos, había quedado el desastré, no me había equivocado, pero en ese tiempo ser mujer con ideas también lo era. Las perdidas eran muy dolorosas y ya hablaremos de los animales.
Luego el 89 y se notaba cambio por todas partes, se había descubierto la pesca de la merluza, de mi casa quedaban ruinas, se habían terminado los vacunos y mi vecino me presto su casa para visitar el campo.
La playa del Tepú como la llamábamos había desaparecido, o más bien todos los troncos viejos de Tepú, un árbol durisimo que arde seco o verde y produce muchas calorias al quemarse,único combustible útil para calentar casas mal aisladas en los fríos inviernos de la zona.
No había duda, la naturaleza había tomado el control y el bosque nativo crecía con toda su fuerza, ya no sólo sobresalía sobre chilcos y renoval, sino que lo estaban ahogando, no podía avanzar mucho por los antiguos caminos y era como volver a empezar.
Junto a la pesca de la merluza estaba el pelillo, un alga que tenía mercado y se renovaron mis intenciones de volver las que nuevamente chocaron con la incomprención o egoismo de mis padres, lo que aborto el intento.(a veces siento que también hay mucha comprención y amor cuando calzo sus zapatos, recuerdo lo que vivierón y me digo ¿qué harías si una de tus hijas repitiera la historia?, es muy difícil la respuesta, a veces digo es que la vendería y también que moriría)
Sólo hasta la última barcaza del 2002 tomé la decisión de volver y fue llegar a leer un viejo libro escrito por la mano de dios en hojas verdes de arrayanes, lumas, tepas, quilas, ciruelillos, calafates y de cuantas plantas se me fueron cruzando en el camino entrelazándose con recuerdos, experiencias y conocimientos que se irán compartiendo en este blog mostrando la fragilidad de la patagonia y el temple de sus habitantes.

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